Corazones de colores

Sep 20 / Dr. Carlos Raimundo
Una experiencia personal con mi hija Stephanie cuando tenía 7 años.

Artículo actualizado del original de 2002

El séptimo cumpleaños de Stephanie coincidió con un fin de semana en el que fui invitado a dirigir un taller en un pueblo fuera de Sídney. Mi esposa y yo decidimos convertirlo en un fin de semana familiar, algo que todos esperábamos con entusiasmo.
 
Cuando llegamos al motel en el campo, nuestro hijo Erasmo rápidamente hizo nuevos amigos, y Stephanie comenzó a explorar cada rincón de la habitación.

Encontró algo que quería mostrarme y, emocionada, corrió hacia mí. Sin embargo, yo estaba cansado y preocupado por mi taller, así que la aparté sin darme cuenta.
Unos minutos después, le pidió a Erasmo que me entregara un sobre que había encontrado; dentro había un dibujo de una niña llorando con el corazón roto. Fue entonces cuando me di cuenta de lo que había hecho. Su dibujo me provocó una sensación de opresión en el pecho.  
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Llamé a Stephanie, la senté en mis piernas y le pedí disculpas por no haberle prestado atención. Nos abrazamos, y después de unos momentos, se fue a seguir jugando. 

No mucho después, me envió otro sobre. Esta vez, estaba lleno de corazones de colores y las palabras: "Te quiero, papá." Mi corazón se abrió, y sentí una inmensa alegría y gratitud. Nuestras miradas se cruzaron desde el otro lado de la habitación, intercambiando en silencio aprecio y amor mutuo.  El corazón de Stephanie había sido herido, pero también sanado.

La historia, para mí, termina ahí, aunque para ella continuó. La habilidad de Stephanie para expresarse a través del arte desde una edad temprana se convirtió en el punto de partida para que se convirtiera en artista y una exitosa terapeuta de arte.
El rápido perdón de Stephanie me enseñó la importancia de estar presente y receptivo a las expresiones emocionales de los demás, especialmente cuando se sienten vulnerables y heridos. De manera silenciosa y no verbal, Stephanie creó un camino para que nos reconectáramos. No me acusó ni culpó; compartió sus sentimientos. Yo tuve que salir de mi mundo y entrar en el suyo para encontrarme con ella. Este reconocimiento mutuo es el corazón de la sanación relacional.

Me di cuenta de que no es suficiente sentir pena o arrepentimiento cuando reconocemos que hemos lastimado a alguien; debemos expresarlo y asumir plena responsabilidad. Se trata de estar dispuestos a “abrir el sobre y leer el mensaje” que la otra persona nos envía, entendiendo y aceptando sus sentimientos, y respondiendo con el corazón abierto. Este tipo de encuentro es transformador: sana y nos conecta más profundamente. Pero debemos crear activamente un espacio para que la otra persona exprese su dolor.

Cuando compartí esta historia con otros, a menudo me enfocaba en las acciones de Stephanie: su coraje para expresar sus sentimientos y su capacidad para perdonar. Sin embargo, durante una formación de Play of Life, una estudiante señaló la importancia de mi respuesta. Ella compartió que a menudo se sentía como Stephanie en su relación con sus padres, quienes no podían o no querían "abrir sus sobres", por lo que dejó de enviarlos. Ella dijo: "Cada vez que compartía cómo me sentía—mi corazón roto y mis lágrimas—ellos lo desestimaban. Hacían que el tema girara en torno a ellos, hablando de sus problemas y de cuánto habían sufrido, haciéndome abrir sus sobres en lugar de los míos.

Aprendí que era una pérdida de tiempo y energía expresarme, así que dejé de enviarles sobres, pero ellos siguieron enviándome los suyos. A través de la terapia, aprendí a no abrirlos más, y estoy bien con eso. Pero nunca me di cuenta hasta ahora de que he guardado tantas cartas no enviadas con corazones de colores; son un enorme peso en mi corazón. Dejé de enviar corazones de colores a las personas cercanas a mí también. Me volví fría y asustada de abrir mi corazón; no quería volver a ser herida. Me cuesta compartir mis sentimientos con los demás, lo que afecta mis relaciones."
La experiencia de la estudiante tocó muchos corazones en la clase. Aproveché esa oportunidad para guiar al grupo a través de un proceso de Play of Life y sociometría que permitió a cada persona mapear quién en su átomo social, como se le llama en la sociometría, no había recibido mensajes de amor y cuidado—los que quedaron en sobres no enviados. Una estudiante dijo: "En terapia, generalmente trabajo en aquellos que sentí que no me amaban o cuidaban de mí, pero nunca pensé en prestar atención a aquellos a quienes no les he compartido lo que tenía en mi corazón para ellos." Quedó claro que la sanación requiere tanto trabajo interno como compromiso relacional.
Como sugiere Buber, y es el centro de Play of Life, el crecimiento real ocurre cuando nos encontramos, somos encontrados, vemos y somos vistos. Esta mutualidad crea la libertad para amar y ser amado, lo que requiere coraje de ambas partes. Si permanecemos cerrados, insistiendo en hacer todo solos, corremos el riesgo de cargar con el peso de nuestras heridas y expresiones de amor no entregadas. La verdadera sanación y libertad vienen cuando podemos confiar de nuevo, encontrarnos auténticamente con los demás y permitir que el flujo del amor se mueva entre nosotros. Aprender a abrir sobres de corazones rotos es un arte que se puede aprender. Puede ser desafiante, ya que nos confronta y nos recuerda los sobres que enviamos y nunca fueron leídos. Sin embargo, también es crucial aprender a celebrar y aceptar sobres llenos de corazones de colores. Una manera de empezar es enviando y recibiendo corazones de colores.
Esta experiencia con Stephanie fue un recordatorio poderoso del potencial transformador de los encuentros genuinos, donde abrir el corazón puede llevar a una profunda sanación y reconexión.

Un amiga que leyó esta historia dijo: "Yo también empezaré a enviarme Corazones de Colores. Qué gran idea: enviarnos corazones de colores para celebrar las partes de nosotros que sentimos fuertes, pero especialmente a aquellas áreas donde nos sentimos un poco frágil, descoloridos y triste."

Nos encantaría recibir tus comentarios y saber cómo podrías aplicar esta sencilla experiencia en tu vida.

Nota: Si sientes que tienes sobres no enviados con cartas de corazones rotos o de colores, o te cuesta abrir los sobres que te envían con corazones rotos o de colores, puede ser el momento de buscar un compañero para el viaje de sanación, un consejero o un coach. 
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